" LA IGNORANCIA MATA".
Procure estar informado y tener una mente critica.

domingo, 8 de julio de 2012

Alimentos tóxicos: cuando lo que comemos enferma

Mucho de lo que consumimos a diario, por más que haya sido elaborado en casa, puede alterar el normal funcionamiento del organismo y terminar por generar una enfermedad, como consecuencia de la toxicidad corporal. Qué erradicar de la dieta.



Ninguna práctica depurativa podrá resultar efectiva si no rectificamos los hábitos nocivos que nos atiborran de tóxicos y nos privan de sustancias esenciales para la buena química corporal. Si nos damos cuenta de esto (y modificamos hábitos), habremos hallado la génesis (y al mismo tiempo la solución) de gran parte de los modernos problemas de salud: la toxicidad corporal crónica.
El cambio de hábitos alimentarios forma parte indisoluble del tratamiento depurativo recomendado para resolver nuestros problemas crónicos. De poco servirá la eliminación de la vieja escoria tóxica, si seguimos introduciendo nuevos desechos y no logramos satisfacer las fisiológicas necesidades orgánicas. Por ello la necesidad de adoptar una alimentación nutritiva, pero no “ensuciante”.
Las mal llamadas “enfermedades”, son apenas un síntoma de “toxicidad corporal”, estado generado por una combinación de factores:
- Malfunción de los órganos de eliminación (sobre todo intestino e hígado y riñones colapsados)
- Crónica sobrecarga tóxica (alimentos no fisiológicos, modernas parasitosis, contaminantes químicos)
- Estado de acidosis corporal (desorden ácido-alcalino)
- Baja inmunología (por colapso hepático, desorden nutricional, toxemia, exceso de exigencias)
- Flora intestinal desequilibrada (por antibióticos alimentarios y medicinales, alimentos refinados y aditivados, falta de fibra, carencia enzimática, conservantes, parasitosis)
- Disfunciones hormonales (menopausia, andropausia, resistencia a la insulina, parasitosis, desorden tiroideo)
- Exceso de fósforo (consumo de lácteos, gaseosas, soja, conservantes, fertilizantes, aditivos)
- Carencia de nutrientes esenciales (magnesio, silicio, AGE, enzimas, vitaminas, oligoelementos, mucílagos)
- Represión de síntomas (abuso de medicamentos)
- Exceso de estímulos (carencia de reposo adecuado)
- Sedentarismo (falta de actividad física y oxigenación)
Para resolver esto, es obvio que debemos corregir el desorden nutricional, principal responsable de dicho caos orgánico. Tan importante como las cosas que conviene introducir en la dieta, son aquellas que deben eliminarse. A menudo los beneficios de los nuevos aportes, son neutralizados por el nefasto efecto de los alimentos artificializados y ensuciantes que seguimos ingiriendo a diario.
Debemos tomar conciencia que el organismo se renueva diariamente (en un año cambiamos el 98% de los átomos del cuerpo), y la calidad de renovación depende de la calidad de nutrientes que ingerimos. Es como si tuviésemos una fábrica modelo, comprásemos materia prima defectuosa y pretendiésemos que se hagan productos perfectos. Nuestros operarios no podrían hacer milagros.
El organismo tampoco puede hacer milagros: mala calidad de nutrientes implica mala calidad de células nuevas, mala calidad de los órganos que se renuevan y consiguiente aumento de la toxemia corporal por malfunción orgánica y acumulación cotidiana. Resulta importante aprender a identificar los alimentos ensuciantes o no fisiológicos, para limitarlos o descartarlos de la dieta cotidiana, la cual debería basarse en alimentos más genuinos y mejor adaptados a nuestra natural capacidad digestiva. Más a fondo vamos con esto, más rápida será la recuperación.
El alimento fisiológico es aquel que puede ser correctamente procesado por las enzimas digestivas, las mucinas y la flora intestinal. En resumen, es el alimento ancestral; que nutre, vitaliza y depura. Dado que genéticamente somos 99% chimpancés, nuestra fisiología digestiva está diseñada para frutas, hojas, semillas, raíces, todo en crudo.
Pero hace miles de años, por una simple cuestión de supervivencia, el ser humano tuvo que adaptarse a la cocción y a la proteína animal, aunque por cierto, adaptación no es normalidad. Y luego la tecnología nos introdujo el alimento industrializado y procesado, con el artificial aporte de la síntesis química, completándose un esquema tóxico y adictivo. Por suerte hoy disponemos de numerosas opciones fisiológicas y saludables, que nos permiten resolver inteligentemente este desorden crónico.
Los alimentos tóxicos
Resulta obvio que el alimento moderno:
- No es fisiológico y no se digiere correctamente
- Genera excesos y carencias nutricionales
- Consume energía y no proporciona vitalidad
- Aporta muchas sustancias tóxicas
- Provoca intoxicación crónica
Los alimentos tóxicos que deberíamos disminuir, limitándolos a las excepciones (fines de semana, eventos sociales); no es tan grave la excepcionalidad sino la cotidianeidad de su ingesta.
El grado de eliminación de estos alimentos de nuestra rutina diaria, será directamente proporcional al beneficio depurativo que pretendamos lograr. No por caso estamos mal y no por caso los alimentos tóxicos representan la base de nuestra moderna dieta industrializada: los consumimos en grandes volúmenes, los 365 días del año y muchas veces al día. La decisión (y el beneficio) está sólo en nuestras manos (y bocas). Y nos referimos a:
* Refinados industriales (azúcar blanca, harina blanca, arroz blanco, aceites procesados, sal refinada…) y los alimentos que los contienen (alimentos industrializados, gaseosas, panificados, copos de cereales, golosinas, productos lights…).
* Margarinas (aceites vegetales hidrogenados), grasas industrializadas y los numerosos productos masivos que los contienen (helados, lácteos, golosinas, papas fritas, panificados…).
* Almidones y azúcares, en exceso y/o mal procesados (harinas y féculas sin la correcta humectación, cocción y masticación), con especial referencia al trigo y al maíz pampeano (híbridos y transgénicos).
* Soja en forma de porotos, harinas, texturizados, aceites refinados, proteína aislada o jugos (leche de soja); existe profusa evidencia científica de los problemas que ocasiona su consumo regular.
* Alimentos cocinados por encima de los 100ºC (ebullición del agua), dada la generación de compuestos artificiales (cancerígenos y mutagénicos) y la reacción defensiva que realiza el cuerpo en su presencia (leucocitosis post prandial).
* Edulcorantes, conservantes y aditivos sintéticos, y los numerosos alimentos de uso masivo que los contienen, pues “engañan” al cuerpo (provocan hipoglucemia y obesidad), inhiben la química corporal (flora, hígado) e intoxican.
* Proteína animal, en exceso y de cría industrial (feedlot, estabulación, piscicultura en piletas, pollos de jaula…), incluidos obviamente los lácteos y sus derivados.
Con respecto a los lácteos hay demasiada evidencia y muchas objeciones a su uso, por distintos motivos. Brevemente podemos decir que su ingesta genera evidentes perjuicios: agotamiento inmune, desorden mineral y hormonal, reacciones alérgicas, daños circulatorios, congestión mucógena, desequilibrio de flora y mucosa intestinal, estreñimiento, consumo adictivo y sobre todo, toxemia corporal.
En contrapartida, los lácteos no aportan nutrientes “esenciales”. El solo hecho de experimentar con 15 días de abstinencia total (tranquilos, nadie se muere ni se descalcifica por ello), y su posterior reintroducción, nos permitirá obtener una respuesta absolutamente personalizada e inequívoca de nuestro organismo.
Además de evitar el tabaco (cuyos daños corporales son por demás conocidos) y el alcohol (en exceso y de mala calidad), en un proceso depurativo resulta esencial prescindir de muchos fármacos aparentemente inofensivos y hasta socialmente vistos como necesarios. Nos referimos a antibióticos, antiácidos, antiinflamatorios, analgésicos, etc. Los efectos secundarios de estos productos son numerosos. Afectan fundamentalmente el equilibrio de la flora y la mucosa intestinal, deprimen la inmunología e inhiben la síntesis de nutrientes claves para la química corporal. Quedan fuera de esta consideración, las medicaciones específicas de tratamientos convencionales.
Fuente: saludable.infobae.com