" LA IGNORANCIA MATA".
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sábado, 3 de noviembre de 2012

EL TABACO CONTIENE RADIACIÓN ??

El humo radioactivo que las tabacaleras quisieron ocultar . . .

Un estudio revela que la industria conoció durante décadas cómo eliminar compuestos radiactivos de los cigarrillos y no lo hizo porque disminuiría su poder adictivo.
En el contexto de sus investigaciones sobre el asesinato de la periodista Anna Politkóvskaya, en 2006, el ex teniente coronel de la KGB Alexander Livtinenko fue envenenado con Polonio 210 (Po210), un metal radiactivo y cancerígeno del que se detectaron trazas en los lugares por los que pasó, entre otros el estadio de fútbol del Arsenal.
La alarma social desatada entonces sorprende a Rodrigo Córdoba, exportavoz del Comité Nacional de Prevención del Tabaquismo, “cuando en muchos casos un asesino potencial [el humo de tabaco que incluye el Po210] abunda en los domicilios y, hasta hace poco, en los lugares públicos”.
En efecto, se calcula que un fumador de cajetilla y media diaria recibe una radiación equivalente a unas 300 radiografías de tórax al año. Según Robert N. Proctor, profesor de Historia de la Ciencia en la Universidad de Stanford, “el tabaco es la causa principal de exposición radiactiva en los seres humanos”.
La radiación de una cajetilla y media diaria equivale a 300 radiografías al año.


Aunque escasamente conocido por el gran público gracias a los esfuerzos de la industria tabaquera, los cigarrillos incluyen elementos radiactivos, como el Plomo 210 (Pb210) o el Po210, que contribuyen al desarrollo de cáncer de pulmón.
Fueron Edward P. Radford y Vilma R. Hunt los que por primera vez describieron en 1964 en Science el hallazgo de Po210 emisor de partículas alfa (un tipo de radiación ionizante) en cigarrillos. Pero las tabaqueras lo supieron antes, junto con sus repercusiones sobre la salud, que estudiaron durante décadas.
Una reciente revisión publicada en Nicotine & Tobacco Research asegura que empresas como Phillip Morris (PM) —fabricante de Marlboro, Chesterfield o L&M— o British American Tobacco (BAT) —Lucky Strike o Pall Mall— conocían su presencia desde 1959.

Los investigadores de la Universidad de California revisaron numerosos documentos de la industria de los más de 70 millones de folios que fueron desclasificados en 1998 a raíz del Tobacco Master Settlement Agreement, el acuerdo entre cuatro grandes tabaqueras y 46 estados de EEUU, por el que las primeras se comprometían a compensar económicamente los gastos sanitarios derivados del tabaquismo, a cambio de su exención de responsabilidad legal.

Causa en torno al 13% de muertes por cáncer de pulmón en fumadores
Las tabaqueras conocían también su efecto carcinógeno, según los expertos. Así, aunque la cantidad por cigarrillo es mucho más pequeña que la usada para matar a Livtinenko, esta radiación causa anualmente en torno al 13% de las muertes por cáncer de pulmón entre los fumadores habituales, según la propia industria, los autores de este estudio y los datos de la Agencia de Protección Medioambiental estadounidense. Además, dado que un 50% del humo se libera al entorno, los fumadores pasivos también están expuestos a esa radiación.

De acuerdo con los investigadores, desde 1980 se conocía el lavado ácido que, modificando el pH, elimina el Po210, pero la industria evitó utilizarlo porque disminuye también la capacidad adictiva de la nicotina. Según Proctor, otras cuatro técnicas han estado disponibles y tampoco se han utilizado.
El subdirector de Investigación de la tabaquera R.J. Reynolds, Claude E. Teague, no podía ser más elocuente en un documento de 1972: “Si aceptamos mansamente las denuncias de nuestros críticos y avanzamos hacia la reducción o eliminación de la nicotina, finalmente liquidará nuestro negocio.
Si tenemos la intención de permanecer en el negocio, la fabricación y venta de formas de dosificación de nicotina, tenemos que defender nuestra posición”.

A través de la tierra.
Las sustancias radiactivas están presentes “en todas las marcas de cigarrillos disponibles”, asegura el estudio. “Es un problema en todo el mundo”, señala el doctor Hrayr Karagueuzian, investigador principal. Por un lado, los elementos radiactivos llegan al tabaco a través de la radiación emitida por la corteza terrestre. Las pequeñas cantidades de uranio presentes de forma natural en el suelo se desintegran en forma de radón-222 (Rn222), un gas radiactivo que es absorbido por el polvo y acaba depositándose y acumulándose en unas proyecciones pegajosas de las hojas de tabaco denominadas tricomas, formando complejos resinosos resistentes a la lluvia o el curado de las hojas.

“Si aceptamos (…) liquidará nuestro negocio”, dijo un directivo en 1972
El Rn222 decae a su vez, dando lugar a partículas de Pb210 y Po210, que alcanzan en los tricomas concentraciones 10.000 veces más altas que en toda la planta. Por otro, mediante la absorción por las raíces de fertilizantes fosfatados, creados a partir de rocas sedimentarias de fosfato que contienen uranio, comunes en el cultivo de tabaco y otros productos agrícolas por favorecer grandes cosechas. Cuando un cigarrillo se quema, se evaporan estos compuestos que inhala el fumador.

Según Armando Peruga, gerente de la Iniciativa Libre de Tabaco de la OMS, este organismo no establece recomendaciones específicas sobre el Po210, aunque recomienda eliminar todas aquellas sustancias “tóxicas o adictivas”. Por su parte, el Ministerio de Sanidad remite a la política común de Bruselas.
Como asegura una portavoz del Comisariado de Investigación, Innovación y Ciencia de la UE, “en la actualidad, no hay límites para el polonio o uranio en los fertilizantes fosfatados”.

Dado que su gran mayoría se importa de países extracomunitarios (principalmente Marruecos), esta regulación “sólo tendría beneficios para el tabaco cultivado en la UE”, mientras que la mayoría se produce fuera, explica. “En consecuencia”, concluye, “la regulación de los productos radiactivos en el tabaco sería una medida más eficaz que la de los fertilizantes”.

Las compañías aseguran que buscan reducir el daño del tabaco.
Sin embargo, desde la Dirección General de Salud y Consumidores, encargada de la regulación del tabaco, se asegura que, aunque la Comisión Europea está revisando la vigente directiva sobre productos del tabaco, “no hay planes para regular la radiactividad absorbida por las hojas del tabaco”.
A preguntas recientes de parlamentarios europeos, el comisario de Salud y Consumidores, John Dalli, respondió que como la principal toxicidad del tabaco se produce por la combustión de la hoja, “las restricciones de ciertos productos químicos tendrían un efecto limitado en la reducción de la toxicidad global”.

A esta respuesta se aferra Phillip Morris para minimizar los riesgos y añadir que “durante décadas” ha buscado cómo “reducir los componentes dañinos del humo”. BAT, por su parte, no ha respondido a las preguntas.
Según Rafael García Tenorio, catedrático de la Universidad de Sevilla y vicedirector del Centro Nacional de Aceleradores del CSIC, dada la radiación natural, “probablemente una lechuga tiene la misma” cantidad de elementos radiactivos que un cigarrillo. De hecho, es un argumento que utilizan las tabaqueras para justificar su inacción.

Entonces, ¿cuál es el problema? Lo aclara Karagueuzian: “Es posible que otros productos agrícolas puedan contener partículas alfa. Pero en el humo del cigarrillo la partícula alfa forma un complejo con partículas insolubles que se atasca en las bifurcaciones bronquiales, donde queda retenida unos 120 días [dada la dificultad del pulmón para lavarlas], aumentando el riesgo de cáncer”.

Robert N. Proctor, primer historiador que en 1998 testificó contra las tabaqueras, ha pagado ya 50.000 dólares en honorarios legales para defenderse de una indus-tria que ha tratado de evitar que publicara su último libro, Golden holocaust: origins of the cigarette catastrophe and the case for abolition (“Holocausto dorado: orígenes de la catástrofe tabaquera y el caso por la abolición”). En él, este profesor de la Universidad de Stanford (EEUU), que recuerda que la mitad de la gente que fuma morirá por su hábi-to, recuerda el memorándum en el que Philip Morris reconoce querer ocultar la radiactividad del humo del tabaco para no “despertar a un gigante durmiente”. Con un entusiasmo palpable, incluso a través del correo electrónico, responde este cuestionario.

¿Cuáles son las estrategias actuales de desinformación de la industria tabaquera?
“Fumar no es una forma de libertad, sino de esclavitud”
La industria reina haciéndose prácticamente invisible; incógnito ergo sum. Propaga el mito de que el tabaco es un problema “resuelto” y que las empresas son “responsables”. Pero no han admitido que ocultaron los riesgos, comer-cializaron a niños, manipularon instituciones políticas, mantuvieron la nicotina, adictiva como la heroína o la cocaína, en sus propductos para crear la adicción

Usted advierte de que hay muchos investigadores que están financiados por tabaqueras, “la mayor violación de la integridad académica desde los nazis”
Un hongo crece mejor en la oscuridad y el sol es el mejor desinfectante. Necesitamos políticas de transparencia para todos los académicos que trabajan en la universidad. Ahora pueden volar bajo el radar fácilmente.
“La industria propaga el mito de que el tabaco es un problema resuelto”

Ha dicho que tras la II Guerra Mundial, dentro del Plan Marshall, el tabaco era parte de la ayuda exterior. Por cada dos dólares de alimentos, se suministraba uno de tabaco. ¿Ocurre actualmente en los países menos desarrollados?
No creo que lo estén regalando, pero desde luego lo venden barato. Los cigarrillos en muchas partes del mundo cuestan la décima parte que en los países ricos. La energía se enfoca a la manipulación de gobiernos locales y acuerdos comerciales. Las tabaqueras cuentan con muchos medios. Recor-demos que Philip Morris International está valorada en 130.000 millones de dólares

Usted recomienda reducir la nicotina y aumentar el pH del cigarrillo (hacerlo más alcalino), ¿se puede lograr?
Técnicamente es fácil de eliminar el 97% de la nicotina con tecnologías de extracción de fluidos supercríticos, o simplemente mediante inmersión en agua. Pero la industria tabaquera luchará contra esto hasta la muerte. Se ha dirigido un gran esfuerzo a hacer humo “más suave”, fácil de inhalar, motivo por el que agregan mentol (efecto anestésico) y chocolate (que contiene un broncodilatador, la teobromina). Volver a un humo áspero [más alcalino] dificultaría la inhalación y virtualmente eliminaría el riesgo de cáncer de pulmón.

También menciona el impacto ecológico del cigarrillo, como la deforestación para plantaciones, la provocación de incendios, etc. Viendo el fracaso de la cumbre del cambio climático en Durban, ¿cree que este aspecto llegará a tenerse en cuenta?
El mundo entrará en razón cuando la meteorología sea suficientemente violenta y los días de más de 40 grados sean habituales en Madrid. Necesitamos un estilo de vida menos consumista. No hay espacio para los cigarrillos en un mundo respetuoso con el medio ambiente. A la mayoría de fumadores les gustaría dejarlo. No es una forma de libertad, sino de esclavitud, por lo que debería ser abolido.

Fuentes: La Voz de Asturias y Entrevista a Robert N.Proctor