Es curioso que el número de cárceles crezca en función de la capacidad de empresas privadas y no en función de las necesidades reales. Lo malo de esta idea es que la materia prima de este negocio son personas, y según vaya creciendo el negocio se necesitarán más seres humanos que encarcelar para hacerlo rentable.
Que el negocio influya en la aplicación de la justicia es un paso atrás en la evolución de las libertades del hombre.
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