La medicina, en sus niveles más holísticos, ha comenzado a
advertir la necesidad de mejorar la oxigenación interna y por ello se
están desarrollando terapias oxigenantes basadas en el uso del ozono
(O3) y el peróxido de hidrógeno (PH) o agua oxigenada (H2O2). Si bien
los primeros registros del uso del oxígeno en medicina refieren al
francés Caillens que en 1783 ya administraba inhalaciones de oxígeno
para curar pacientes con tisis (antigua denominación de la
tuberculosis), recién en 1915 el alemán Albert Wolff se convirtió en el
primer médico en utilizar ozono para tratar enfermedades de la piel.
Justamente en Alemania se comenzó a usar el ozono en los años 50 para el
tratamiento de enfermedades como cáncer, esclerosis múltiple, diabetes,
autismo, Parkinson y parálisis cerebral, desarrollándose técnicas como
la cámara hiperbárica (alta presión) o las infusiones en sangre.
La eficiencia del oxígeno como agente terapéutico
quedó en evidencia cuando en 1931 el Dr. Otto Warburg ganó el Premio
Nobel al probar que los virus (anaeróbicos) no pueden existir ni
proliferar en un ambiente con altos niveles de oxígeno. Warburg también
demostró que privando de oxígeno a una célula por algunas horas, ésta se volvía cancerosa. La experiencia lo llevó a concluir que la causa principal del cáncer es la insuficiencia de oxígeno a nivel celular.
Por el contrario, los tumores cancerosos disminuyen de tamaño cuando se
les pone en contacto con oxígeno. Medio siglo después, el oxígeno
volvió a ser tomado en cuenta, por médicos alemanes y estadounidenses en
la lucha contra el Sida. Los resultados de las infusiones de ozono en
sangre para revertir esta patología, fueron notables, pese a lo cual su
utilización no fue autorizada por el ente regulador de la salud en EEUU,
al considerarla todavía “en estadio experimental”.
Madison Cavanaugh en su libro “La cura en un minuto” explica muy bien la paradoja del oxígeno: “Microorganismos,
parásitos, virus, bacterias y agentes patógenos que causan
enfermedades, no pueden sobrevivir en un ambiente rico en oxígeno. Por
tanto, un organismo adecuadamente oxigenado se hace inmune a gran
cantidad de afecciones y puede combatir eficazmente los desórdenes ya
existentes. Las células normales que necesitan oxígeno para mantener sus
funciones, se desarrollan y se hacen más eficientes en un ambiente
adecuadamente oxigenado. El organismo en general rejuvenece y recibe
incontables beneficios, como la potenciación de la eficiencia
inmunológica. La única razón por la cual no se adopta esta poderosa y
económica herramienta, es justamente la falta de incentivos financieros
para hacerlo. El ozono y el PH son sustancias no patentables y baratas
de fabricar y usar”.
El ozono (O3) y el PH (H2O2), son las sustancias más
simples para oxigenar eficazmente el cuerpo y sus mecanismos de acción
son similares: al ingresar al organismo, ceden el átomo extra de
oxígeno, generando un ambiente rico en dicho elemento. Además del uso
medicinal, el ozono se usa desde hace un siglo como purificador del agua
para consumo, dado que elimina bacterias y virus. Embotelladoras de
agua e industrias alimentarias lo utilizan para proteger y purificar
alimentos. Mientras que el ozono requiere administración médica o un
equipo para ozonizar el agua, el PH (agua oxigenada) es la forma más
sencilla para oxigenar
caseramente el organismo.
EL PEROXIDO DE HIDROGENO.
El agua oxigenada (H2O2), técnicamente conocida como peróxido de hidrógeno
(PH), se desarrolló en la década de 1920 con el objetivo de contener
infecciones y gangrenas de soldados en el frente de batalla, beneficio
que se hizo evidente durante la 2ª Guerra Mundial. Siendo un producto
versátil y útil en el hogar, no se lo difunde adecuadamente, tal vez
porque es simple de obtener y no genera gran rentabilidad. En nuestro
contexto depurativo, el agua oxigenada tiene la virtud de ser un
práctico bactericida, un eficaz recurso desparasitante y sobre todo, un
eficiente aportante de oxígeno.
Dado que el PH es simplemente agua con un átomo extra
de oxígeno, al ingresar al organismo libera dicho átomo y eleva la
concentración de oxígeno, lo cual acredita sus propiedades germicidas,
viricidas, antisépticas, desinfectantes y desodorizantes. Muchos creen
que se trata de una sustancia artificial, desconociendo que el PH se produce naturalmente en el cuerpo y es parte esencial de los ciclos naturales. Incluso la leche materna y sobre todo el calostro de los primeros días, tiene gran concentración de PH,
lo cual explica su acción estimulante sobre la inmunología y los
procesos metabólicos del bebé.
Otro productor natural de PH es la miel de abejas,
rica en enzima peroxidasa, gracias a la cual puede generar PH; esto
permite comprender mejor su poder bactericida y germicida, obviamente
siempre y cuando no haya sido calentada (las enzimas se inactivan por
sobre 50°C).
El PH permite al organismo regular la correcta función de las membranas biológicas. Es esencial su función como regulador hormonal, para que el organismo produzca adecuados niveles de progesterona, estrógenos y tiroxina. También es clave en la regulación del azúcar en sangre y de los mensajeros químicos que operan en el cerebro y en el sistema nervioso.
En la naturaleza, el agua de arroyos que fluyen
con rapidez, posee altos niveles de PH, lo cual le confiere el
característico sabor fresco y limpio. Por el contrario, el agua
estancada tiene bajo contenido en oxígeno y es caldo de cultivo de
bacterias. En famosos manantiales de aguas curativas (Himalaya, Lourdes) también se advierte la presencia de altos niveles de PH, detectables también en el agua de lluvia que tan bien hace a los vegetales. Incluso algunos agricultores orgánicos agregan PH al agua de riego
de sus cultivos, para obtener mejores rendimientos. Del mismo modo, los
criadores de animales y mascotas tienen en el PH un aliado económico y
sencillo de administrar, a través de los bebederos.
Como explica Cavanaugh, “el cuerpo humano produce
constantemente PH. El sistema inmune lo utiliza para oxidar invasores
como virus, parásitos, bacterias y hongos. Sin embargo, los organismos
carentes de oxígeno son incapaces de producir por su cuenta suficiente
peróxido. Allí radica la importancia de suplementar a través del agua
oxigenada. Además de generar el buen desarrollo de las benéficas
bacterias aeróbicas, el adecuado nivel de oxígeno interno tiene
fundamental importancia en la correcta función tiroidea, en el
equilibrio hormonal y en la eficiencia inmunológica”.
El Dr. William Douglass en su libro “Peróxido de hidrógeno: milagro médico” va más allá al decir: “Las
células que combaten las infecciones, llamadas granulocitos, producen
PH como primera línea de defensa contra todo tipo de organismos
invasores (parásitos, virus, bacterias, cándidas). Ningún otro
componente químico se asemeja al peróxido en la importancia que tiene en
la vida de este planeta”.
Haciendo un poco de historia, durante la 1ª Guerra
Mundial los médicos usaron inyecciones intravenosas de PH para tratar
exitosamente la neumonía y fue el arma exitosa para combatir la epidemia
que estalló poco después de la guerra. Otro pionero en el uso de esta
sustancia fue el sacerdote Richard Willheim, quién creo en los años 40
un instituto para difundir sus beneficios terapéuticos, tras comprobar
su efectividad en enfermedades como la poliomielitis, afecciones
mentales causadas por bacterias y problemas de la piel.
En los años 50 el Dr. Reginald Holman comprobó la
desaparición de tumores en animales, por simple administración de PH en
el agua de beber. En los años 60 se popularizó el uso del PH en
Alemania, Rusia y Cuba, mientras que las sociedades médicas
estadounidenses desalentaron su empleo y excluyeron su enseñanza en las
universidades. En 1986 el Dr. Charles Farr (candidato al Nobel de
Medicina en 1993) introdujo el concepto de terapia bioxidativa, lo cual
generó un nuevo desarrollo del uso terapéutico del ozono y el PH.
EL MITO DE LA OXIDACION.
Además de las obvias aristas comerciales, una de las
cuestiones que despierta controversia médica en el uso de las terapias
oxigenantes (ozono, PH) es el potencial riesgo oxidativo. La
oxidación es el proceso que provoca herrumbre en los metales,
ennegrecimiento en una manzana recién cortada o enranciamiento de
aceites. Los científicos adscriben a este fenómeno la génesis del
envejecimiento prematuro y por ello se recomienda tanto el consumo de
antioxidantes.
Veamos algunos conceptos. En primer lugar la oxidación
es un proceso de transferencia de electrones, que modifica la
característica de las sustancias involucradas. Si bien estos procesos se
relacionan con la presencia del oxígeno, puede darse oxidación sin
intercambio de oxígeno. La respiración es un proceso clásico de
oxidación, tanto en humanos (oxigenación de la sangre en los pulmones)
como en vegetales (es el proceso que genera la fotosíntesis).
En la medicina ortodoxa se considera que incorporar
elementos oxigenantes como el ozono y el PH, pueden generar compuestos
reactivos conocidos como radicales libres. Se define al radical
libre, como un átomo que posee un número impar de electrones y a fin de
equilibrarse buscar "robar" de otra molécula el electrón faltante, lo
cual puede poner en marcha una cascada de eventos (cascada radicalar),
ya que las moléculas "robadas" intentarán a su vez reequilibrarse. Este
proceso sirve de sostén causal al envejecimiento precoz y a la
recomendación del consumo de suplementos antioxidantes.
Sin embargo, los radicales libres no son necesariamente malos. Es más, muchos de ellos son esenciales a la vida,
como el radical superóxido o el radical hidroxilo, que se producen en
el organismo para proporcionar energía a la célula. Las cascadas
radicalares son desencadenadas por el sistema inmune como medio para
eliminar virus, bacterias y hongos. Los radicales libres juegan un papel
crucial en la regulación hormonal, se producen en cantidades
elevadas durante el ejercicio físico vigoroso y también lo generan, como
efecto no deseado, medicamentos de uso corriente como el paracetamol.
Los estudios de la medicina bioxidativa muestran en balance el efecto más bien benéfico de las cascadas radicalares, por su fuerte actividad bacteriostática, antiviral y antifungosa sistémica. Por ello recomiendan acompañar estas terapias con dietas libres de proteína animal (el metabolismo cárnico produce una carga adicional innecesaria de radicales libres) y alto consumo de vegetales (aportan principios equilibrantes y antioxidantes).
Pero además, hay un detalle no menor que lo aclara perfectamente Cavanaugh en su libro: “Pocos saben que cada célula humana está envuelta por una capa enzimática que la hace resistente a la oxidación. Por su parte, bacterias, virus y microorganismos causantes de enfermedades, no poseen esta capa
enzimática y por eso se oxidan al contacto con el oxígeno liberado por
el ozono o el PH. El Dr. Frank Shallenberger, especialista en pacientes
con Sida, afirma que el uso de estos elementos oxigenantes incrementa la
eficiencia del sistema enzimático antioxidante, que neutraliza los
radicales libres en exceso y mejora por tanto la inmunidad celular”.
USO DEL AGUA OXIGENADA.
La utilización del agua oxigenada es sencilla y confiable, siempre que se respeten calidades (grado alimentario) y dosificaciones
(usar solo al 3%), estando apenas contraindicada en pacientes
trasplantados, ya que el PH estimula el sistema inmune y ello puede
generar rechazo hacia el órgano “extraño” al cuerpo. Si bien su campo de
aplicación es muy vasto, aquí nos ocuparemos principalmente de su
consumo como eficaz bactericida y desparasitante.
Del mismo modo, nos referimos solamente al uso interno del PH grado alimentario al 3%
(10 volúmenes), desaconsejándose el uso interno del agua oxigenada
grado farmacéutico (es solo para uso externo), por contener
estabilizantes químicos como acetanilida, fenol, estannita sódica y
fosfato tetrasódico. Más tóxica aún es el agua oxigenada grado
esteticista, empleada en peluquerías para aclarar el cabello, pues
contiene estabilizantes como la lejía.
En su libro “El envejecimiento humano, oxigenación",
el ingeniero químico brasileño Francisco Antunes brinda indicaciones
precisas acerca de su administración para ingesta: “En el torrente
sanguíneo el PH se descompone en agua y oxígeno libre, acrecentando
considerablemente su nivel en el plasma sanguíneo. Se puede comenzar usando diariamente de 10 a 20 gotas de agua oxigenada
10 volúmenes, diluidas en un vaso de agua que conviene beber lejos de
las comidas. Una dosis de 10 gotas de PH 10 volúmenes, corresponde a
20cc de oxígeno puro que se introduce en el organismo y se libera en las
reacciones que ocurren dentro. Es fácil comprobar la ausencia de
contraindicaciones en este mecanismo sencillo, ya que no hay
intoxicación, intolerancia o cualquier acción negativa. En tratamientos
curativos o preventivos recomiendo de 1 a 5 gotas de PH 10 volúmenes,
cada cinco kilos del paciente, aumentando o reduciendo la dosis en
función a los resultados”.
Por su efecto oxidante y aniquilador de microorganismos patógenos, el uso del PH puede (y debe) generar una cierta crisis depurativa, cuya magnitud dependerá siempre del estado general de la persona. Esto no es una mala señal, al contrario; son los síntomas del llamado efecto Herxheimer. El cuerpo simplemente está desechando patógenos muertos y limpiándose en profundidad. Puede haber diarrea y a veces puede manifestarse alguna sensación nauseosa.
La persona se sentirá mucho mejor después de la diarrea, que no es
causada por ninguna bacteria o virus, ni es un efecto secundario. No se
debe tomar ningún anti diarreico; la diarrea desaparecerá sola
cuando los patógenos hayan abandonado el organismo. También puede haber
episodios de picores, eccemas, gases intestinales, etc. Son todas
manifestaciones del efecto desparasitante.
Otro uso del agua oxigenada grado alimentario, es la potabilización de agua
de origen dudoso durante viajes o paseos. Para estar seguros, basta
echar algunas gotas y esperar unos minutos antes de beber, a fin que se
produzca la eliminación de eventuales bacterias nocivas. En este sentido
y a fin de evitar confusiones, vale aclarar que el PH no daña las
bacterias benéficas del organismo (flora intestinal), dado que son
aeróbicas y por tanto se benefician de un ambiente rico en oxígeno. El
daño lo sufren los microorganismos anaerobios.
Veamos a continuación otras posibilidades del agua oxigenada, para utilizarla eficazmente en el hogar:
1. Una cucharada de agua oxigenada, usada para
gárgaras, mantenida en la boca durante algunos minutos y luego
eliminada, mata gérmenes bucales, blanqueando los dientes.
2. Mantener los cepillos de dientes en una solución de
agua oxigenada, evita la proliferación de bacterias que causan
gingivitis y otros problemas bucales.
3. Un poco de agua oxigenada en un paño, desinfecta
las superficies mejor que cualquier otro producto; excelente para usar
en cocinas y baños.
4. Utensilios para manipulación de alimentos se pueden
desinfectar luego de su uso, con un poco de agua oxigenada, que elimina
cualquier bacteria o germen, incluida la salmonella.
5. Aplicada en los pies evita los problemas de hongos que causan afecciones y mal olor.
6. Aplicada en las heridas, coagula hemorragias, evita infecciones y ayuda en la cicatrización; aún en casos de gangrena.
7. En una mezcla a partes iguales con agua pura, puede
ser goteada en la nariz, en caso de resfriados y congestiones
respiratorias; solo se debe retener algunos instantes y luego sonarse,
lo cual mata gérmenes y otros microorganismos nocivos.
8. Un poco de agua oxigenada en el agua de la bañera
ayuda a mantener la piel saludable, pudiendo ser usada en casos de
micosis u hongos.
9. Ropas que requieran desinfección (toallas,
pañuelos, etc), o aquéllas en contacto con secreciones corporales y
sangre, pueden ser totalmente desinfectadas si se remojan en una
solución conteniendo agua oxigenada, antes del lavado normal.
10. En caso de semillas que puedan contener hongos o
aflatoxinas, basta remojarlas 20 minutos en agua con algunas cucharadas
de PH, enjuagando luego.
ADVERTENCIA IMPORTANTE.
Es natural que ante tanta evidencia, el lector se
sienta atraído para experimentar los beneficios de la oxigenación,
mediante cualquiera de los recursos aquí tratados. Y esta bueno que ello
ocurra, pero no debemos perder de vista dos cuestiones importantes. En
primer lugar, si bien es siempre positivo oxigenar, debemos considerar a
este abordaje sólo como una herramienta más del Paquete Depurativo, evitando la ingenuidad de pensar en términos de: “total, como estoy oxigenando, puedo seguir conviviendo con hábitos de vida insanos”.
La oxigenación es parte indivisible de un proceso basado en “limpiar y
no ensuciar”, que requiere la rectificación del estado de crónico
ensuciamiento.
Así como debemos depurar la estructura orgánica y utilizar el alimento más fisiológico posible, también debemos apuntar a la relajación, ya que el estrés es una condición que promueve la anaerobia interna
y por tanto el caldo de cultivo ideal de las modernas enfermedades. Y
esto tiene una explicación absolutamente fisiológica y objetiva, que
desarrolla el Dr. Bruce Lipton (biólogo celular de Harvard) en su
clásico libro “La biología de la creencia”.
Nuestro sistema nervioso autónomo se compone a su vez
de los sistemas simpático y parasimpático. En circunstancias normales,
las células están bajo la influencia del sistema parasimpático y llevan
adelante sus funciones habituales, estando “abiertas”, o sea permeables para recibir oxígeno,
absorber nutrientes y eliminar desechos. En este escenario, que debería
ser nuestro estado natural, los abordajes oxigenantes funcionan, ya que
la célula está en condiciones de recibir oxígeno.
Ahora bien, cuando estamos sometidos a una situación
estresante (generalmente convertimos algo en estresante, más que nada
por una distorsionada percepción del evento, que por el inherente
peligro de la situación), el control pasa a manos del sistema nervioso
simpático, que nos prepara eficiente y fisiológicamente para la reacción
de “luchar o escapar”. Además de cientos de cambios químicos
(incremento del pulso, dilatación de pupilas, vasoconstricción, etc), lo
que aquí nos interesa es el “cierre” de las células, cuya membrana se
hace impermeable, en preparación a la respuesta biológica. Esto hace que
la célula sea incapaz de recibir oxígeno, aunque este elemento fluya en abundancia; esto explica la ineficiencia de un abordaje oxigenante en un contexto estresante.
En condiciones normales, el evento estresante (peligro
real) ocurre en contadas ocasiones y por períodos breves, frente a los
cuales la incorrecta función celular tiene efectos casi intrascendentes.
Ahora bien, si la situación de estrés es causada por una percepción
distorsionada de la realidad (creencias, suposiciones, temores, etc),
los periodos se hacen abundantes y crónicos. Entonces el “bloqueo” celular se convierte en un gran problema cotidiano,
ya que la célula no recibe oxigeno, no absorbe nutrientes, no elimina
desechos y no cumple con su función básica ni con su ciclo reproductivo.
Por tanto si no resolvemos la causa profunda del
problema (en este sentido son de gran ayuda la limpieza hepática
profunda, el desparasitado y la modificación de hábitos nutricionales),
la prolongada exposición al estrés favorecerá la instalación de estados patológicos, frente a los cuales será relativo el efecto de un abordaje oxigenante.
De nuevo: no hay panaceas, sino herramientas que debemos usar sinérgica
y complementariamente, tal como indicamos en el Paquete Depurativo. Y
el oxígeno no es una excepción.
Extraído del libro “El Paquete Depurativo”