Ocurrió una
curiosidad durante un experimento llevado a cabo por unos investigadores
que se disponían a buscar cámaras ocultas en la pirámide utilizando
ondas de sonido, dispusieron los emisores de forma que las ondas al
atravesar las piedras registrasen posibles cámaras no encontradas, pero
lo que ocurrió fue, que al impactar esas ondas no atravesaron las
piedras y si, fueron absorbidas por estas.
Los investigadores no se
explicaban el porque, analizaron las piedras y descubrieron que
contenían una cantidad de agua mucho mayor que cualquier piedra natural y
que por ser así, las ondas eran absorbidas. Hay muchas evidencias mas
que demuestran que la civilización que construyo la gran pirámide, tenia
conocimientos de una tecnología impresionante. La pirámide de Keops,
originalmente estaba recubierta por 27.000 placas de granito pulido,
pero en el siglo XIII, un terremoto prácticamente destruyó la ciudad,
entonces los egipcios hecharon mano del recubrimiento de la pirámide
para utilizarlo para construir la ciudad del Cairo.
Ablandamiento de
piedras, fabricadas o naturales, lo que se sabe es que las explicaciones
dadas por la arqueología no convencen a las personas que conozcan las
investigaciones hechas sobre esa civilización, la arqueología insiste en
que las pirámides eran tumbas, nada mas lejos de la verdad, pues en las
108 pirámides censadas en Egipto, no se encontró en ninguna de ellas
ninguna momia, y no por haber sido saqueadas como nos dicen los
arqueólogos, pues algunas de ellas estaban invioladas y los sarcófagos
vacíos. Solamente en dos ocasiones se encontraron en una el cadáver de
una mujer, pero era de la era románica, y en otra, el cadáver de un
niño.
La pirámide de Keops, supuestamente era su tumba, pero nunca se
encontró nada que demostrase que Keops existiera, solamente una
estatuilla de piedra de 15 cm fue lo único que se encontró de el, solo
una insignificante estatua pequeña. La construcción de las pirámides,
sus medidas, su orientación y la tecnología tan avanzada eran
conocimientos que la casta sacerdotal egipcia poseía en las primeras
dinastías, para que os hagáis una idea de tal tecnologia, las placas de
granito pulido que recubrían la gran pirámide, habían sido pulidas con
máquinas de alta precisión, ademas a titulo de ejemplo, el pulimento se
compara al que se realizó en la lente principal del telescopio del
observatorio astronómico de Monte Palomar, y ademas, fueron pulimentadas
nada menos que 27.000 placas de granito, ¿Como? ¿Con que aparatos?
Con
eso concluimos que, de ser así, ¿como conocían esas técnicas y poseían
aparatos de tal precisión una civilización que según la arqueología solo
conocían y utilizaban herramientas de cobre? Estas son solamente
algunas de las muchas evidencias que existen que derrumban por completo
las teorías que la arqueología se empeña en mantener. ¡LOS BLOQUES DE
PIEDRA DE LAS PIRÁMIDES EGIPCIAS SON ARTIFICIALES Articulo realizado por
Manuel José Delgado extraído de http://piramidologia.com Las
explicaciones ortodoxas sobre la construcción de las pirámides egipcias,
especialmente la atribuida al faraón Keops, no tienen actualmente
ninguna consistencia.
Estos estudios res y tradicionales,
llegan además a conclusiones realmente sorprendentes: los antiguos
egipcios conocían una técnica que les permitía "fabricar" piedras
artificiales. Piedras que hoy podemos ver milimétricamente integradas
entre sí en las grandes construcciones faraónicas. Para muchos el asunto
no ofrece la menor duda: el faraón Keops reinó durante 23 años, veinte
de los cuales los dedicó a la construcción del mayor monumento que el
hombre jamás haya erigido. Tal idea proviene de lo narrado en Los Nueve
Libros de la Historia escritos por Herodoto: " ... En cuanto a la
pirámide, se gastaron en la construcción veinte años...". Veinte años
para que, hace 7 000, aquellos obreros de la Era del Cobre elevaran, con
precisión asombrosa, cerca de dos millones seiscientos mil bloques de
piedra que, por término medio, pesa cada uno 2 toneladas.
Es decir, que
cada año se debieron colocar 130.000, lo que suponen 360 al día. Si
hacemos un cálculo aproximado para la jornada laboral de los obreros de
la época de 12 horas, el resultado es que durante 20 años, sin conocer
el hierro y la rueda, el arquitecto de la Gran Pirámide organizó un
equipo de trabajo capaz de seleccionar la piedra en la cantera, cortar
el bloque, transportarlo varios kilómetros, cruzar el Nilo, izarlo a
cientos de metros y colocarlo milimétricamente, todo ello en el tiempo
récord de ¡120 segundos! por bloque. Es decir, que según las
explicaciones ortodoxas, aquellos artesanos,! tan cercanos al
Paleolítico, encajaron durante veinte años un bloque cada dos minutos.
Ni más ni menos.
El ingeniero Jomard, de la expedición francesa de
Bonaparte, en datos corroborados posteriormente por el arqueólogo Lauer,
calculó que durante los últimos 1.500 años de la historia clásica
egipcia, correspondientes al Imperio Nuevo, dinastías posteriores y
periodo ptolemaico, se usaron 4.000.000 de metros cúbicos de piedra.
Tal
cantidad de roca, que constituye la colección de monumentos más
impresionante de la antigüedad, parece minúscula al compararse con las
obras realizadas en el Imperio Antiguo. Sólo la Gran Pirámide tiene
2.000.000 de metros cúbicos de piedra, cantidad similar a su vecina
pirámide de Kefren. Es decir, se nos quiere hacer creer que en 20 años
los obreros de Keops edificaron la mitad de lo que hicieron
posteriormente sus colegas durante 1.500 años. Al problema del peso y
del volumen hay que añadir el enigma que suponen las máquinas empleadas
en el transporte y en la subida de los bloques desde la cantera hasta su
emplazamiento. En este caso las palabras de Herodoto no son tenidas en
cuenta ya que afirma que se utilizaron mecanismos, así como hierro, en
la construcción.
Los arqueólogos, que tanto se basan en sus palabras
para datar la Gran Pirámide, hacen caso omiso de estas otras. Y no les
falta razón ya que no se han encontrado vestigios de tales máquinas.
Tampoco en papiros, estelas o murales se han encontrado los jeroglíficos
que expliquen cómo eran transportadas e izadas las grandes masas
pétreas. En un relieve de EI-Bershe, de la Dinastía XII, se ve cómo un
grupo de 172 personas arrastran la estatua de Djejutijotep, de 60
toneladas, que descansa sobre un trineo. Esto, unido al descubrimiento
de varias rampas que unen el Nilo con la base de algunas pirámides, da
pie a la arqueología a la única hipótesis que acepta: la fuerza
muscular. Y aunque tal planteamiento pudiera ser válido para bloques de 2
ó 6 toneladas no es posible imaginar a 30.000 hombres tirando a la vez
de uno de los muchos bloques que existen en Egipto de 1.000 toneladas o
más. Ni mucho menos izándolo por pendientes del 30 por ciento. Se han
barajado innumerables hipótesis.
Naves extraterrestres, poder mental,
teleportación, infrasonidos y otras aún más pintorescas que intentan
explicar cómo hicieron en el Antiguo Egipto para transportar los
monolitos. Pero hay una de ellas que, aunque parezca fruto de la
fantasía, ve avalada su credibilidad por constataciones y estudios
recientes. Para asombro del hombre moderno y de su tecnología los
antiguos egipcios conocían técnicas ¡ para ablandar la piedra! Existen
suficientes elementos de juicio como para pensar que los constructores
del Imperio Antiguo no fueron canteros, sino alquimistas.
En 1988 se
editó en Estado Unidos el libro titulado The Pyramids, An Enigma Solved
En él se recogían investigaciones de un científico nada sospechoso de
elucubraciones. El doctor Joseph Davidovits, fundador del Instituto
Geopolimérico de París, profesor de la Universidad de Toronto y director
del Instituto de Ciencias Arqueológicas Aplicadas de la Universidad de
Barry en Florida, junto a la doctora Margie Morris, de la Universidad de
Minnesota, pusieron de manifiesto lo que revelaban los análisis
químicos y microscópicos efectuados en rocas de la meseta de Gizéh.
Junto a los detallados informes publicaron varias fotografías en las que
puede apreciarse la presencia de pelos, uñas, fibras textiles y
burbujas de aire en la estructura de las rocas calizas de la Gran
Pirámide.
Estos hallazgos sembraron el desconcierto en los círculos
académicos que, por supuesto, intentaron relegarlos al ostracismo. En
España tuvimos la ocasión de asistir hace algún tiempo a un debate en La
Clave, donde José Luis Balbín tuvo el acierto de invitar a
representantes de ambas tendencias. Peter Tompkins propuso al entonces
director de excavaciones de la meseta de Gizéh, Dr. Hawass, un
experimento público para demostrar o desechar de una vez por todas lo
mantenido por Davidovits, quien se consideraba capaz de fabricar piedras
similares a las de la Gran Pirámide. La respuesta de Hawass no fue muy
brillante "si ya se conocen las canteras de Tura y de Mokhatam... ¿para
qué investigar otros asuntos?".
Lo cierto es que este arqueólogo jamás
podría explicar con sus teorías qué hace un pelo de 21 centímetros en el
interior de una roca caliza de hace 50 millones de años, proveniente de
la edad geológica del Eoceno, allá por el segundo período de la época
Terciaria. Egipto no sólo ha proporcionado grandes misterios, sino que,
junto a ellos, aporta soluciones que veces resultan aún más enigmáticas.
La pista para la teoría de Davidovits está en una estela conmemorativa
en la isla de Sehel, cerca de Assuan. Fue descubierta en 1889 por el
egiptólogo Charles Wilbour y terminada de descifrar por el arqueologo
francés Barquet en 1935. La estela de Famine, como se denomina, consta
de 2.600 jeroglíficos dispuestos en 32 columnas. Aunque se supone que
fue esculpida en tiempos ptolemaicos ( 300 a.C) se entiende que debe ser
copia de documentos más antiguos ya que se refiere a asuntos
relacionados con personajes de la III Dinastía. La estela trata varios
aspectos distintos, como son:
Descripción de la Famine, Visita a la
Biblioteca de Hermópolis, Las Revelaciones de Imhotep, El sueño del
Faraón Zoser y un Decreto Real. Entre las columnas situadas entre la 6 y
la 22 se habla sobre métodos constructivos. De la columna 11 a la 18
Imhotep enumera las rocas y minerales de la región de Elefantina. Y las
columnas 18 a 20 describen el sueño del faraón Zoser, en el que el dios
Khnum da al rey una lista de minerales y productos químicos para
fabricar bloques aglomerados con los que construir templos. Si este
conocimiento es cierto, es posible que faraones posteriores también
estuvieran enterados de estas "revelaciones" y las aplicaran a sus
propias construcciones.
Algo con lo que siempre se ha especulado ha sido
el rodillo. En múltiples recreaciones artísticas se han dibujado los
grandes monolitos sobre rodillos y tirados por innumerables hombres.
Pero la madera siempre escaseó en Egipto y la que había era de baja
resistencia al peso y a la tracción, sin contar con que se necesitan,
además de los rodillos, carreteras adecuadas al transporte que aún no se
han encontrado.
Y aún admitiendo la teoría de los rodillos, hubieran
hecho falta millones de ellos. La llamada Piedra de Palermo indica que
Snefru, padre de Keops, asignó una flota de barcos para traer cedros,
cipreses y coníferas del Líbano. Snefru fue el mayor constructor de la
IV Dinastía. Se le atribuyen tres piramides, dos en Dashur (que
contienen 4.000.000 de metros cúbicos de piedra) y otra en Meidum. El
total de sus construcciones asciende a 9.000.000 de toneladas de piedra,
utilizadas en sus 24 años de reinado. La madera importada del Líbano no
pudo, pues, servir para rodillos, ni por su cantidad ni tampoco por su
dureza. Aunque sí pudo servir para fabricar... MOLDES: Herodoto así
parece confirmarlo: " ...
La pirámide fue edificándose de modo que en
ella quedasen unas gradas o apoyos que algunos llaman escalas y otros
altares. Hecha así desde el principio la parte inferior, iban
levantándose y subiendo las piedras con cierta máquina formada de
maderos cortos que, alzándolas desde el suelo, las ponía en el primer
orden de gradas, desde el que con otra máquina que en él tenían
prevenida las subían al segundo orden, donde las cargaban sobre otra
máquina semejante, prosiguiendo así en subirlas, pues parece que cuantos
eran los órdenes de gradas tantas eran en número las máquinas, o quizás
no siendo más que una fácilmente transportable, la irían mudando de
grada en grada cada vez que la descargasen de la piedra; qué bueno es
dar de todo diversas explicaciones... ".
La palabra utilizada por
Herodoto y que se tradujo por "máquina" es la palabra griega "mechane".
En griego es un término general que indica cosas inventadas, fabricadas.
En definitiva! , cualquier tipo de artilugio realizado con un propósito
y que, por tanto, no debe únicamente traducirse por la acepción moderna
de "máquina". Siguiendo con este planteamiento, sustitúyase la palabra
"máquina" por la palabra "molde" y lean ustedes la transcripción
anterior de Herodoto.
La cosa concuerda en extremo ya que no quedaron
evidencias de ningún otro tipo de "máquinas". Anterior a la publicación
de Davidovits ya se especuló con la posibilidad de las piedras
prefabricadas del Antiguo Egipto. En el Segundo Congreso de Egiptología
celebrado en 1979 en Grenoble (Francia) el Dr. Klemm, experto en
petrografía, avanzó los resultados de sus análisis sobre piedras de la
Gran Pirámide. De las 20 muestras estudiadas no encontró dos que
tuvieran la misma consistencia homogénea. Parecía que cada una
procediera de un lugar distinto, con la particularidad de que dicha
consistencia era diferente en zonas de la misma piedra, con mayor
densidad en la parte superior que en la inferior.
También constató que
las rocas de la pirámide contenían un porcentaje de humedad superior al
que presenta la piedra natural. Su conclusión fue evidente: los bloques
no eran naturales, sino artificiales. Ello explicaría, por otra parte,
lo que ocurrió en la pirámide de Kefrén en Septiembre de 1968. El doctor
Luis Alvarez, premio Nobel de Física, había ideado un proceso para
registrar el paso de rayos cósmicos a través de la pirámide, por medio
de la cual esperaba descubrir cámaras ocultas. Intervinieron en el
evento doce organismos oficiales de Estados Unidos y de Egipto.