La llamada
Tumba del Elefante de la necrópolis romana de Carmona (Sevilla) no tuvo siempre
una función funeraria. La estructura original del edificio y una ventana por la
que el sol entra de forma directa en los equinoccios parecen indicar que fue un
templo del mitraísmo, una religión no oficial en el Imperio Romano. La posición
de Tauro y Escorpio en los equinoccios refuerza la hipótesis.
La necrópolis
de Carmona es un conjunto de estructuras funerarias de entre los siglos I a. C.
y II de nuestra era. Entre ellas, una es conocida con el nombre de la Tumba del
Elefante porque en su interior se encontró una estatua con la forma de este
animal.
El origen y
la función de esta construcción han sido muy debatidos. Ahora, arqueólogos de
la Universidad de Pablo de Olavide (Sevilla) han analizado minuciosamente la
estructura y sugieren que en sus orígenes no tuvo una función funeraria sino de
culto al dios Mitra. El mitraísmo fue una religión no oficial muy extendida por
el Imperio romano durante los primeros siglos de nuestra era.
Los
investigadores han identificado cuatro etapas en las que el edificio sufrió
reformas que le dieron diferentes funciones.
“En algunas
etapas el edificio tuvo un uso funerario, pero su forma y un análisis
arqueoastronómico indican que originalmente fue diseñado y construido para
albergar un mitreo [templo a Mitra]”, explica a SINC Inmaculada Carrasco, una
de las autoras del estudio.
Los mayores
esfuerzos de Carrasco y su compañero Alejandro Jiménez se centran en una
ventana de la cámara principal construida en la primera etapa. Estudios
anteriores ya habían sugerido que su objetivo no era iluminar, sino que tenía
implicaciones simbólicas y espirituales.
El Sol, la
Luna y las estrellas
“Del análisis
de la ventana deducimos que estuvo orientada para que entraran los rayos de sol
al centro de la cámara durante los equinoccios, en primavera y otoño, tres
horas después del amanecer” explica Carrasco.
En ese
momento, según los autores, se iluminaría una estatua de la tauroctonía –la
imagen de Mitra matando el toro–, que se ha perdido.
Además, en el
solsticio de invierno y de verano, el sol entra iluminando la pared norte y la
sur, respectivamente.
Por otro
lado, la posición que los astros tenían en estos días en el siglo II refuerza
la hipótesis de que el edificio se construyó para el culto mitraico, una
religión que daba mucha importancia a las constelaciones.
En el momento
en que el sol penetra por la ventana en el equinoccio de primavera, al este se
levanta Tauro y al oeste se oculta Escorpio. En el equinoccio de otoño ocurre
lo contrario.
Tauro y
Escorpio tenían especial importancia para los mitraicos. La escena principal de
este culto es el dios Mitra matando un toro, y en la mayoría de las
representaciones hay también un escorpión que pica con su aguijón los
testículos del animal.
Otras
constelaciones como Acuario, Orión o Leo, que también tienen importancia en
esta religión, se sitúan en la trayectoria del sol en los equinoccios y
solsticios de la época.
Además, según
los autores, la Luna, aunque tendría un papel secundario, en su fase de luna
llena pudo haber iluminado el rostro de Mitra en las noches próximas a los
equinoccios.
Cuatro fases
de reformas
Aparte de la
ventana, la arquitectura del edificio original presenta analogías con otras
construcciones mitraicas.
Carrasco
explica que es “una estructura subterránea, con un aula dividida en tres naves
y encabezada por una capilla o altar iluminada por la ventana. La presencia de
una fuente es también muy significativa ya que está presente de manera común en
los mitreos”.
Según los
autores, tras su etapa como templo mitraico, el edificio sufrió tres fases de
reformas que le dieron nuevas funciones más acordes con el contexto de la
necrópolis. Se construyó una cámara funeraria y más tarde se eliminó la
cubierta dejando patios abiertos. Finalmente se llenó con escombros y se
utilizó como lugar de enterramientos.
Sin embargo,
hay ciertas objeciones a la teoría de que fue un templo mitraico ya que se
encuentra en una necrópolis, contexto poco común en los edificios dedicados a
este culto, que suelen estar en ámbitos domésticos, urbanos o rurales.
“Un caso muy
parecido es el de Sutri (Italia) donde el mitreo está ubicado a las afueras. El
de Carmona está en un espacio plurifuncional, al lado de la Vía Augusta que
unía Cádiz con Roma, próximo al anfiteatro y al circo, por lo que su ubicación
no debe ser considerada una objeción”, opina Jiménez.
Referencia
bibliográfica:
A. Jiménez,
I. Carrasco. “La tumba del elefante de la necrópolis romana de Carmona. Una
revisión necesaria desde la arqueología de la arquitectura y la
arqueoastronomía” Archivo español de arqueología. DOI:
10.3989/aespa.085.012.007