En el año 2005 cuando Londres, París, Madrid, Nueva York y Moscú pujaban por ser sede olímpica en 2012, «The Economist» lanzó un dardo al Comité Olímpico: «Háganle un favor a Londres, concedan las Olimpíadas a París». Un «favor» que también podrían haberle hecho a Madrid, pero que por suerte no le hicieron.
Ser sede de unos Juegos Olímpicos, la máxima bendición que se puede conceder a una ciudad, podría ser un regalo envenenado, según «The Economist».
El European Economic Outlook, de PricewaterhouseCoopers, publicaba hace unos meses un análisis de los resultados económicos de los anteriores Juegos Olímpicos. El gigantismo olímpico llevó a la ciudad de Motreal a invertir 8 veces más de lo presupuestado, sumiendo a sus habitantes en una deuda que tardarían en pagar más de 30 años. El abismo financiero de las olimpíadas de los mil millones de dólares fue tan grande que cuando éstas terminaron, todavía quedaban a medio construir el principal estadio olímpico y dos hoteles para los asistentes. El resultado es que los empresarios de Montreal pasaron los siguientes 20 años pagando un «Impuestos Olímpico».
Al finalizar los Juegos de Montreal, Moscú ya se había comprometido a organizar la olimpíada de 1980, pero ninguna ciudad quería ser sede de los juegos de 1984. Tras duras negociaciones, la ciudad de Los Ángeles aceptó organizar los juegos con la condición de no incurrir en ninguna obligación financiera.
El comité organizador de los Juegos de Los Ángeles generó un superávit de un poco más de 300 millones de dólares, transformando el sistema de financiación olímpico en uno eminentemente privado. Los resultados de Los Ángeles dieron lugar a la leyenda que dice que las Olimpíadas resultan, necesariamente, una buena inversión. Como consecuencia, aumentó el número de ciudades interesadas en albergar unos Juegos Olímpicos. Y se dispararon los costes.
Los Juegos Olímpicos Atenas 2004 fueron un éxito deportivo y de organización, pero acabó generando una gran deuda para el contribuyente griego. China gastó el 0,3% de su PIB a cambio de mejorar su imagen pública obteniendo resultados parecidos. Cosa que solo la mayor economía del mundo se podría permitir.
Como se ve, lo raro es que unos Juegos Olímpicos terminen siendo una buena inversión. La pregunta es, ¿qué beneficio aportarán los Juegos Olímpicos de Londres 2012 a una economía en recesión como la británica?
Según el ministro de Deportes, Hugh Robertson, la inversión pública final para los Juegos será 9.298 millones de libras (11.865 millones de euros). El primer ministro, David Cameron, ha calculado que con los Juegos Londres ganará 16.000 millones cantidad que el «Times» eleva a 20.000 millones.
El Banco Goldman Sachs prevé también un efecto positivo en la economía del Reino Unido en el corto plazo. Se estima que los gastos impulsarán el PIB del tercer trimestre entre un 0,3 y 0,4%, con respecto al mismo período de 2011. ¿Pero, y en el largo?
Un evento de este nivel puede generar beneficios económicos incalculables (aumento del turismo, buen nombre para la ciudad, aumento del orgullo cívico del país...). Pero la cosa no está tan clara; las cuantiosas inversiones necesarias para celebrar las Olimpíadas carecen de lógica económica, difícilmente podrán ofrecer réditos futuros y sobre todo, hay que pagarlas.
Londres 2012, organizado por una economía que lleva 8 meses en recesión, cuyo PIB cae al 0,2% y que además ha hecho un gasto 3 veces superior al presupuestado tiene muchas papeletas de acabar en naufragio económico.
Sin embargo, nada permite saber con certeza si la «burbuja olímpica» estallará o servirá para reflotar la economía británica del agujero en que se encuentra.
Fuente: ABC.