Las pirámides peruanas están construidas con adobes.
Se ha estimado que se usaron 140 millones de adobes en la construcción de la Huaca del Sol.
Las pirámides no fueron construidas en un solo momento, sino que
sufrieron muchas modificaciones y ampliaciones hasta tener los volúmenes
actuales.
El arqueólogo norteamericano Moseley ha
visto en la Huaca del Sol el corte 8 etapas en las que se construyó el
monumento. El volumen de la pirámide (a lo largo, ancho y alto) era
ampliado construyendo grandes columnas de adobes adosadas unas a otras.
Los adobes
Los adobes para la construcción de las pirámides, en particular para la
Huaca del Sol y otras de Moche (como la de Sipán o El Brujo) tienen 2
características importantes: eran hechos con moldes y tenían la marca
del fabricante.
La fabricación con moldes permitía tener adobes con las mismas
dimensiones y calidad. En la cara superior del adobe se hacían unas
marcas. Estas eran puntos y rayas, o aspas. Se cree que las marcas
corresponden a la comunidad que los fabricó, y que servían para
controlar la cantidad de adobes con los que contribuían en la
construcción de la Huaca. En El Sol se han encontrado por lo menos 96
marcas distintas.
En base a los
estudios de la arcilla de los adobes, se ha determinado que secciones
enteras de la Huaca están construidas con adobes provenientes de una
misma cantera, y tienen un mismo tipo de marca.
Pirámides de Túcume
Las pirámides de Túcume son notables por su extraordinario tamaño: según
estimaciones, más de 130 millones de ladrillos de adobe secados al sol
fueron necesarios para construir la más grande de 450 m de largo, 100 de
ancho y 40 de altura.
A diferencia de
las de Egipto, las pirámides de América del Sur y Central no poseían
puntas, pero sí grandes plataformas donde se situaban los templos.
Según mitos y
leyendas, cada peldaño representaba una fase de desarrollo en la vida
humana, la cual tenía que ser disfrutada plena e integralmente. La
subida era penosa y al llegar a la cima, se lograba un espíritu elevado y
la ceremonia en aquel tiempo era un acontecimiento festivo en la vida
de aquellos seres humanos.
La cultura Moche se desarrollo principalmente en la costa Norte del Perú
en los departamentos de Lambayeque y La libertad, Aunque sus
manifestaciones llegan hasta los departamentos de Piura por el Norte y
Ancash por el Sur. Se trata de una cultura básicamente costera, que se
asienta en una región única en el Perú donde la costa es bastante mas
ancha que en el resto del litoral peruano, donde los valles suelen ser
bastante angostos y de poco potencial agrícola.
Al ser esta
costa de mayor tamaño permite la formación de valles sumamente
productivos por la cantidad de agua y facilitando la aparición de
manifestaciones culturales de gran envergadura como las Moche.
"Cuando vine cruzando el bosque de algarrobos aislados de cultura, pensé que estaba soñando. Nunca había visto algo así antes... el más grande complejo de estructuras monumentales de adobe en el nuevo mundo: 26 grandes pirámides y muchas otras menores agrupadas dentro de un sitio sagrado de 500 acres. Me sentí literalmente de otro planeta, no había nada como estas extrañas y colosales ruinas en nuestra propia y familiar tierra".
Así describió Túcume el aventurero noruego Thor Heyerdahl (quien
en 1947 logró llegar en una balsa, el famoso Kon Tiki, desde el puerto
del Callao hasta las islas de la polinesia), en 1987 cuando el
arqueólogo Walter Alva lo llevó al sitio.
Túcume se encuentra en la llanura costeña del norte del Perú, privada de
lluvias por la elevada cordillera de los Andes salvo los años de Niño
donde la abundancia y la brutalidad de las precipitaciones pueden
destruir un pueblo entero como fue el caso del actual Túcume Viejo,
abandonado por sus habitantes en el siglo XVI a consecuencia de un
destructor fenómeno de "El Niño".
Túcume se
inició durante el período clásico de la cultura Sicán, convirtiéndose en
el más importante centro urbano de la región. Por ello, los
conquistadores Chimu e Inca lo escogieron como centro de su poder
político administrativo.
Las pirámides de Túcume son notables por su extraordinario tamaño: según
estimaciones, más de 130 millones de ladrillos de adobe secados al sol
fueron necesarios para construir la más grande de 450 m de largo, 100 de
ancho y 40 de altura. A diferencia de las de Egipto, las pirámides de
América del Sur y Central no poseían puntas, pero sí grandes plataformas
donde se situaban los templos.
Según mitos y
leyendas, cada peldaño representaba una fase de desarrollo en la vida
humana, la cual tenía que ser disfrutada plena e integralmente. La
subida era penosa y al llegar a la cima, se lograba un espíritu elevado y
la ceremonia en aquel tiempo era un acontecimiento festivo en la vida
de aquellos seres humanos.
Al igual que
los demás conjuntos monumentales chimus o mochicas y junto con Batan
Grande, Túcume fue relacionado por los arqueólogos con los grandes
sistemas hidráulicos y los centros de poder político y religioso de la
región.
Un conjunto de mitos siguen asociados al sitio (como la leyenda que
evoca la existencia de una raya atrapada en el cerro al centro del
conjunto, huella de los dioses del pasado y que hacen de éste un cerro
encantado) lo que dificultó mucho las labores de investigación
arqueológica, demostrando que las creencias forjadas en el período
precolombino siguen profundamente enraizadas a siglos de desaparecidas
las condiciones socio-económica de su construcción.
Pirámide de la Luna
En esta hipotética reconstrucción, la Huaca de la Luna muestra su
imponente imagen durante el apogeo de la cultura Moche, con sus
plataformas escalonadas y altorrelieves de colores por los cuatro
costados. Sus patios ceremoniales y recintos fueron exclusivamente
destinados al uso ritual y funerario.
De no ser por
su cerámica y su rica iconografía, poco se supo de los moches hasta
fines de la década pasada, cuando el hallazgo de la fastuosa tumba del
Señor de Sipán, los murales del complejo arqueológico de El Brujo,
en el valle de Chicama, y las investigaciones en la Huaca de la Luna,
sirvieron para reconstruir el esplendor de una de las culturas más
creativas y pujantes del mundo americano antiguo.
Un proceso denominado por historiadores como el renacer de los Mochicas.
Pirámide del Sol
La HUACA DEL SOL, vista desde la Huaca de la Luna separadas por la
extensa planicie ceremonial. Al fondo la extensa campiña y el río Moche.
La huaca del
Sol delimita la zona de la campiña. Las estimaciones más precisas
sostienen que la Huaca del Sol tuvo más de 55 mil metros cuadrados de
área (345 x 160 metros) y treinta metros de altura, y que en su
construcción se usaron no menos de 140 millones de ladrillos.
La zona fue el
epicentro ceremonial de la cultura Moche, que en pleno apogeo abarcó los
actuales territorios de Piura, Lambayeque, La Libertad y Ancash, hasta
el puerto de Huarmey. Incluso, ahora se sabe que el nombre de Huaca del
Sol se debe a una errónea interpretación de los cronistas españoles y
que su verdadero nombre habría sido Capuxaida.
Pirámides de Caral
La ciudad más antigua de América se encontraba en el norte del Perú, en
Caral, según las pruebas científicas, tiene una antigüedad promedio
entre 2.627 y 2.100 antes de Cristo aproximadamente. Al mismo tiempo que
Egipto florecía a orillas del Nilo, 5.000 años atrás, una cultura
similar en complejidad empezaba a despuntar en Perú, donde los
arqueólogos han encontrado los restos de la civilización más antigua de
América.
El lugar de nacimiento de la civilización americana: Caral posee algunos
de los mayores edificios encontrados en el valle de Supe, con
plataformas en las que caben dos estadios de fútbol y construcciones de
cinco plantas.
No hay en
América otro sitio que tenga similares características sino hasta 1000 ó
un área mucho mayor que la del valle de Supe (al norte de Lima), y que
había construido asentamientos de tipo urbano a lo largo de este valle.
Caral tiene una
antigüedad promedio entre 2.627 y 2.100 años antes de Cristo
aproximadamente y dijo que en el resto de América "el desarrollo urbano
comienza 1.550 años después que en Perú. En Caral, fueron halladas
pirámides de más de 150 metros de planta, muros de hasta 20 metros de
elevación y grandes plataformas de piedra, habría tenido entre 500 y 600
años de ocupación.
Caral rompe "todos los esquemas" que tenían los arqueólogos respecto a
que las civilizaciones complejas sólo pueden florecer en un período en
el que exista la cerámica.
A diferencia de otros sitios del período arcaico lo importante de Caral
es que es monumental, por eso nadie creía que era del pre-cerámico. Caral, tiene más de 65 hectáreas de extensión y desde 1996 los arqueólogos peruanos iniciaron las excavaciones de las 32 estructuras piramidales.
Se ha excavado hasta la fecha tres estructuras piramidales de diferente
rango, extensión o tamaño y estamos excavando cuatro sectores
residenciales, diferenciados por su ubicación, por su tamaño y la
calidad del material constructivo.
Caral, precisó,
tuvo a diferencia de las sociedades agrícolas de su época una economía
mixta que se sustentaba en actividades agrícolas y pesqueras, sus
habitantes consumieron grandes cantidades de anchoveta y hubo un intenso
comercio del algodón.
En Caral se han
encontrado "productos de la sierra y de la selva", lo que demuestra que
hubo un "intercambio sostenido" a pesar de las dificultades para la
comunicación en un territorio como el área del norte centro atravesado
por la Cordillera de Los Andes.
Pirámides de Paratoari
Hacía la tarde del 30 de diciembre de 1975, las zonas del parque
nacional del Manú era fotografiada por el satélite geoestacionario de la
N.A.S.A. Landsat II, el cuál se encargaba de explorar los sectores
selváticos de esta reserva del Perú.
Para sorpresa de los científicos una de sus fotografías denotaba la
extraña presencia de unos puntos perfectamente simétricos que se
extendían en un diámetro aproximado de 3 kilómetros en la cordillera del
Pantiacolla (una de las últimas estribaciones andinas).
Estos puntos a
los que bautizaron "dots", parecían enseñar una geografía bastante
diferente -a las accidentadas zonas del Madre de Dios-, ya que se podía
llegar a observar lo que al parecer no correspondía a fallas naturales,
si no a construcciones increíblemente desarrolladas, y en un sector
totalmente inexplorado.
"Pirámides" de Pantiacolla / Paratoari fotografiadas por el satélite SPOT II
© CNES 1998
Al principio la
incertidumbre era presa de todos los científicos por lo que decidieron
utilizar el método del rayo infrarrojo que lograba captar más que el ojo
humano, y el misterio se elevaba cada ves más ya que los dots aparecían de color blanco, demostrando que había algo más indescriptible en esos parajes del bosque tropical.
De esta manera
se hicieron análisis de todo tipo tratando de llegar a una conclusión
objetiva detrás de tan importante descubrimiento, de esta forma
decidieron enviar las fotos satelitales al "Interamerican Geographic
Institute" donde el ingeniero cartográfico A.T. Tizando recalcó
lo sorprendente de las estructuras y defendió la teoría de que no
podían haber sido creadas por la naturaleza, si no por el hombre.
por Max Tafur
del Sitio Web AndeSenios
bibliotecapleyades.net