Publicado por Miguel Jara el 4 de octubre de 2012
Solemos tratar a los políticos como si todos fueran iguales, es cierto, mea culpa, yo también lo he hecho en ocasiones. También creemos que cada persona muere una vez pero a tenor de lo visto en el caso de Andrea, la chica asturiana que murió hace unas semanas tras vacunarse contra el papiloma está claro que si median los intereses mercantiles somos “capaces de morirnos” todas las veces que hagan falta.La segunda muerte de Andrea se desarrolló cuando hace unos días el laboratorio Sanofi Pasteur, Merck, Sharp & Dohme (MSD) fabricante de la marca de vacuna Gardasil, tras cuya aplicación murió la joven, hiciera un trabajo de lobby de manual montando una jornada sobre el virus del papiloma que acogió en su sede el diario El Mundo (pese a solicitarme mi nombre cuando pedí asistir -cosa que envié por correo electrónico junto con el de Francisco Almodóvar, mi compañero abogado en el Bufete- hasta hoy no he recibido respuesta aun pidiéndola, como he hecho. Habrá sido un malentendido).
Anoche, podría escribirse que con nocturnidad y alevosía, eldiario.es, un nuevo proyecto periodístico de Nacho Escolar, quizá uno de los periodistas actuales que mejor ha sabido entender los profundos cambios que vive el periodismo, publicó que Llamazares se lanza contra la vacuna del papiloma del papiloma sin pruebas científicas.
Entiendo este texto como un “castigo” a Llamazares por haber sido el único político (además es médico) que ha abierto la boca para pedir la retirada de la vacuna del papiloma tras lo sucedido en su tierra asturiana. Cierto, no todos los políticos son iguales y fijaos en que cuando uno “saca los pies del tiesto” haciendo su trabajo y comprometiéndose con la ciudadanía le intentan castigar, en este caso desde un medio de izquierdas (signifique esto poco o mucho).
Desde la primera frase hay errores graves; no fue una dosis lo que se administró a Andrea sino que, habiendo recibido la primera dosis y sufriendo graves efectos adversos, se le administró la segunda que resultó fulminante. Cita el autor un Documento de consenso firmado por nueve sociedades científicas españolas en 2011 validando la vacuna. Olvida el autor que no es la primera vez que parte de esas sociedades apoyan comercialmente el preparado farmacológico.
Ya hubo en 2008 un previo Documento de consenso firmado por hasta seis de esas sociedades. Supongo que el periodista no ha tenido tiempo de hacer lo que yo sí hice y publiqué en 2009 en mi libro La salud que viene, en el capítulo entero que le dediqué a esta vacuna y la campaña de marketing del miedo con la que la impusieron en los calendarios vacunales voluntarios); comprobar si dichas sociedades que le dieron halo “científico” a la campaña de promoción de la vacuna tenían conflictos de interés con los laboratorios fabricantes -Gardasil está producida por la citada entente de laboratorio pero hay otra marca, Cervarix, de GlaxoSmithKline-.
Yo se lo escribo, TODAS las sociedades que utilizaban entonces los laboratorios tenían o habían tenido relación económica con estas industrias, la mayor parte con los propios fabricantes de la vacuna en cuestión. En concreto, sobre cómo GlaxoSmithKline ha financiado la Asociación Española de Pediatría (AEP) hemos publicado en este blog (y seguro que fruto de un mal entendido también, tras ello desapareció su rastro).
Otro de los olvidos de la información de eldiario.es es que desde el principio de la vacunación contra el papiloma se desarrolló una campaña pro moratoria firmada, entre otros, por más de la mitad de los catedráticos de Salud Pública de España. Si citase eso el periodista ayudaría a entender porqué ahora más allá de la moratoria se solicita la retirada. El autor además, desprecia a los médicos y científicos independientes que piden la retirada y justifica, da por normal, los conflictos de intereses en Ciencia que tanto daño están haciendo a la misma. Los datos que ofrece VAERS, la entidad encargada de la farmacovigilancia de vacunas en Estados Unidos son que más de 100 niñas han fallecido tras vacunarse del papiloma, no las 32 del artículo. En concreto son 119.
Ya que se citan en el post a David Moreno, la cara visible de la interesada AEP en temas de vacunas y Xavier Bosch, comentar que uno de los autores del informe técnico elaborado a instancias del Ministerio de Sanidad para decidir sobre la conveniencia o no de vacunar a la población infantil con este producto fue Bosch. Éste, como reconoce en el artículo, ha participado en eventos patrocinados por los fabricantes de la vacuna, junto a otros científicos del Instituto Catalán de Oncología, que ha sido financiado por Merck, entre otras muchas farmacéuticas. También participó el otro día en la jornada de Sanofi Pasteur, Merck, Sharp & Dohme (MSD) y El Mundo.
Por cierto, como tratamos sobre documentos y consensos, el estudio económico con el que los directores autonómicos de Salud Pública estudiaron si se subvencionaba la papilomática vacuna -y fue que sí, que había que pagar con dinero público el invento- estuvo financiado por el otro fabricante GlaxoSmithKline. A lo mejor al autor del post esto también le parece normal, total si la mayor parte de los ensayos clínicos de medicamentos los financian las compañías farmacéuticas porqué no recurrir a su ayuda financiera también para los estudios públicos sobre la viabilidad tanto técnica como económica de los productos que intentan colocar en el mercado. Delirante.
Si queréis buscar en internet las pruebas de lo de Bosch o esto último no perdáis el tiempo… estaban. Suerte que uno todo lo guarda:
Laura Ferrando, “Xavier Bosch: Falta decidir si se subvenciona la vacuna del VPH en adultas”, DiarioMedico.com, 27 de febrero de 2007, http://www.diariomedico.com/edicion/diario_medico/mi_dm/oncologia/actualidad/es/desarrollo/743786_05.html Consultada el 5 de enero de 2009.Todo esto menuda fábrica de presuntos “antivacunas”.